Bacterias y microbios que debemos cuidar en nuestro organismo (nuevo estudio)

POR CADA CÉLULA HUMANA, HAY UNOS 10 MICROBIOS RESIDENTES Y SÓLO UN PEQUEÑO NÚMERO DE ELLOS SON PATÓGENOS.

El mundo moderno ha sido propulsor de diversas obsesiones que todos, de alguna u otra manera, experimentamos y transmitimos. Entre ellas se encuentra la lucha constante contra bacterias, virus y gérmenes que asechan por doquier y que son marcados por nuestras creencias occidentales como enemigos a los cuales debemos dar batalla, valiéndonos de innumerables productos de limpieza –en spray, aerosol o en gel- que aseguran el exterminio de tan desagradables y peligrosos microorganismos.

Pero, ¿alguna vez te pusiste a pensar que esta actitud –fomentada y explotada principalmente por el marketing publicitario- puede estar dañando tu salud? Pues resulta que esto es lo que diversos investigadores están señalando.

Somos cuerpos habitados

Como indica un revelador artículo del reconocido Michael Pollan en el New York Times, nuestro cuerpo, lejos de ser un organismo individual, puede ser planteado como un ‘supraorganismo’ compuesto por cientos de especies microbianas que tienden a formar naturalmente un ecosistema particular y equilibrado.

Dicha colectividad de microorganismos presenta un conjunto de genes –denominado metagenoma o microbioma humano- que interviene en numerosos de nuestros procesos biológicos y que forma parte lo que se llama el ‘segundo genoma’ humano. Lo sorprendente de todo esto es el hecho de que la dotación genética de cada persona es, por lo tanto, un agregado del propio genoma y del metagenoma.

Ahora bien, saber esto no es un mero entretenimiento cientista, sino que puede modificar en gran medida nuestra salud. Sucede que quienes se encuentran estudiando este fenómeno advierten que muy probablemente este ‘segundo genoma’ influencie el funcionamiento del organismo incluso de una forma más fuerte de lo que lo hacen los genes que heredamos de nuestros padres. Y he aquí un punto de relevancia: a diferencia de los genes heredados –que son más o menos fijos-, el ‘segundo genoma’ puede ser remodelado.

Estudios a partir del segundo genoma

A partir de entender que el segundo genoma puede ser modificado fue que diversos estudios se pusieron en pie para verificar los efectos de su manipulación. Veamos algunos:

1. El caso de los trasplantes fecales: Este procedimiento se basa en la instalación de microbiota de una persona sana en el intestino de un individuo enfermo. El proceso ha demostrado ser efectivo a la hora de combatir un patógeno intestinal –el C. difficile-, que suele ser resistente a los antibióticos.

2. El caso de los ratones obesos: Sabemos desde hace un par de años que los ratones obesos que recibieron el trasplante de una comunidad bacterial intestinal perteneciente a otro ratón, pero delgado, logran perder peso (y viceversa).

3. El caso de los seres humanos obesos: Un experimento similar al descripto en el punto dos fue realizado recientemente en seres humanos en los Países Bajos, el mismo demostró que al transferirse la microbiota de un donante delgado a los intestinos de un paciente con el síndrome metabólico se logran mejoras notables en la sensibilidad de los receptores de insulina.

Cambio de paradigma: los microbios son nuestros amigos


A diferencia de lo que muchos creen, los microbios que residen en nuestra lengua, piel o intestinos juegan un papel fundamental en la formación y la modulación de nuestro sistema inmunológico, ayudándolo a distinguir con precisión entre sus “amigos” y “enemigos”.

Es por ello que algunos investigadores creen que el aumento alarmante de las enfermedades autoinmunes en Occidente puede deberse a una alteración de la antigua relación entre nuestro cuerpo y sus “viejos amigos” -los simbiontes microbianos con los que hemos co-evolucionado-.

Así, se llega a la conclusión de que la salud humana debe ahora ser considerada como una propiedad colectiva de la microbiota asociada que se rige en función de una comunidad y no de un individuo.



Este cambio de paradigma nos llega un tanto tarde: la civilización en la que estamos inmersos viene haciendo su mejor esfuerzo para destruir la microbiota humana. Esto a partir de prácticas naturalizadas como el eliminar frenéticamente las bacterias que, entendemos, pueden contaminarnos; o llevar adelante una alimentación perjudicial para el bienestar de estos microorganismos mediante la constante esterilización que sufren los alimentos procesados, los aditivos que éstos reciben y la falta de fibra en nuestros platos.

Estos comportamientos, entre otros, derivaron en un actual empobrecimiento general del microbioma predominante en occidente y los investigadores ya se están preguntando si ha llegado el momento de embarcarse en un proyecto de “restauración ecológica” en el cuerpo humano.

El inicio del camino parecería estar señalizado, entonces, por nuestra alimentación: ingerir menos alimentos procesados y más frutas y verduras (si son crudas, tanto mejor) ayudará a que las bacterias crezcan más fuertes dentro del lugar que más les gusta: nuestros intestinos. Y esto, siguiendo lo expuesto en este artículo, puede conducirnos a experimentar una mejor calidad de vida.

Discovery Noticias, del artículo del NYTimes




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