Es posible olvidar un mal recuerdo por medio de ejercicios cerebrales


Durante muchos años se ha debatido sobre la capacidad humana de eliminar de manera intencional ciertos recuerdos, enfocando la atención en aquellos que sean de mayor interés para cada sujeto y así mejorar tanto el desarrollo cognitivo como el bienestar psicológico. Aunque hace algún tiempo esto parecía imposible, una nueva investigación afirma que los individuos pueden ejercer cierto grado de control sobre la recuperación de su memoria.

Publicado en la revista Journal of Neuroscience, el Estudio pone en evidencia la red de regiones cerebrales capaces de actuar en la eliminación de ciertos recuerdos. Bajo la dirección del científico Kepa Paz-Alonso, del Centro Vasco sobre Cognición, Cerebro y Lenguaje (BCBL por sus siglas en inglés), la investigación se basó en el desarrollo de pruebas de conducta y de resonancia magnética realizadas en niños y adultos con el fin de examinar las regiones cerebrales que se activan durante el desarrollo de alguna tarea.

Al colocar a los participantes en la resonancia se les pidió que recordaran u olvidaran palabras que habían estudiado previamente. Allí mismo se analizaron las redes cerebrales que se activaron para recordar y suprimir las palabras, llegando a la conclusión de que cuando una persona busca inhibir una memoria produce una fuerte activación de la corteza pre-frontal lateral del cerebro y una reducción en la activación del hipocampo.

La conexión funcional entre estas dos áreas es lo que determina cuán capaz es el sujeto de suprimir o no un recuerdo. En este sentido, se trata más bien de una característica fisiológica que no necesariamente está relacionada con la edad.

De acuerdo a Paz-Alonso, “este estudio es uno de los primeros trabajos en mostrar la red de regiones cerebrales que están implicadas en el control de memorias”. La diferencia entre las personas que son capaces de suprimir ciertos recuerdos y las que no radica en que las primeras tienen estas regiones cerebrales conectadas de manera más intensa que aquellas que no pueden inhibir la memoria. Si bien el test demostró que estas experiencias pueden ser dañadas intencionalmente y luego son difíciles de recuperar, no necesariamente son borradas de la memoria de manera definitiva.

Como explica Paz-Alonso, este estudio sienta las bases para crear programas de entrenamientos a partir de los cuales las personas puedan ser capaces de controlar sus memorias. Teniendo en cuenta que albergar numerosos recuerdos es irrelevante y en muchos casos improductivo, la capacidad de eliminarlos de manera voluntaria permitiría controlar la mente de manera tal que el individuo enfoque su atención en los asuntos que le son de mayor interés según sus intenciones.


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